¿Sabían ustedes que en nuestros actuales municipios de Santa María de Guía y
Gáldar como en el resto de la isla tuvimos esclavos trabajando en la industria
azucarera?. Hace unos años en Finca y Clavijo, una zona de las medianías de
Santa María de Guía, un grupo de arqueólogos realizaron un trabajo de
excavación de restos humanos. Gran sorpresa fueron los resultados, tanto de las
evidencias materiales como de los estudios de ADN, cuando salió a la luz que
esos restos pertenecían a una necrópolis de individuos que fueron esclavizados
durante esta época. Estas personas, hombres, mujeres y niños como usted
y yo lo somos, provenían tanto de la tierra, siendo indígenas canarios, como de
tierras adentradas en el continente, del África negra, y del Magreb.
Ya por aquellos tiempos, creadas las compañías comerciales, los ataques
piráticos por el control de las colonias, un feudalismo en decadencia y una
burguesía emprendedora, se asientan las bases del Capitalismo. Como bien
sabemos, estos individuos simplemente eran siervos de grandes señores al
servicio de la Corona. Una corona que emprendió una colonización y cruzada a
nivel mundial, haciéndose dueña de las almas de las personas y como no, de los
metales preciosos; oro y plata que se utilizó en gran parte para las campañas
bélicas de una Europa que era arrasada por ejércitos de mercenarios. Transcurre
el paso del tiempo, y los grandes de Europa realizan el proceso de recogida de las
materias primas de sus colonias. O lo que es lo mismo, la acumulación de
Capital (la cual se remonta hasta la actualidad con el Neo-imperialismo). Es
aquí, cuando recurrimos a Karl Marx, ya que hay unos señores en minoría que
tienen el Capital, y otros en mayoría que no lo tienen; si, esos mismos que
luego van a trabajar a las fábricas.
Según su modus operandi, estos señores ahora quieren vender sus mercancías,
¿Pero a qué precio?. Una mercancía tiene un valor de uso, es por ello que
sirven para ser usadas; pero también tiene un valor de cambio, que es el valor
adquirido cuando se vende. Ahora, este valor de cambio ¿Cuanto vale?; pues muy
sencillo, "el tiempo de trabajo para constituirlo". Es
entonces cuando el mercado encuentra al obrero, es entonces... cuando el que
tiene Capital encuentra al que tiene la fuerza de trabajo. Los obreros van a
las fábricas a realizar las mercancías, ¿Y cuanto vale el trabajo del obrero?.
Pues los medios necesarios y básicos para su subsistencia: Una vivienda, ropa y
comida; lo cual viene siendo equivalente a su fuerza de trabajo. Pero lo que si
está claro es una cosa, en las horas que trabaja el obrero, está produciendo
mucho más de lo que gana, es decir, hay un plusvalor. Este plusvalor es lo que
se queda el capitalista de lo que produce el obrero; estamos hablando del
concepto que Marx menciona como la plusvalía.
En nuestras fincas de plataneras tenemos un empresario que es dueño de las
tierras. Tenemos el caso de algunos de ellos que son dueños de la mayoría de
ellas y no solo eso, sino que también controlan otros medios como
constructoras, gasolineras y un largo etc. Por otro lado tenemos a los
trabajadores, los cuales emplean su fuerza de trabajo en los diferentes
sectores del empresario por mor de un salario; quedándose el capitalista con la
plusvalía de gran cantidad de ellos. Engrandeciendo su riqueza de una manera
desproporcional, dejando al trabajador con un sueldo mísero mientras éste se
enriquece en un modo abismal. Este es el caso de la comarca Norte de Gran Canaria,
donde como en la mayoría de las partes del planeta se genera la desigualdad
económica entre burgueses y proletarios. Pero no es solo eso, hasta ahora en
este párrafo solo hemos hablado de los trabajadores canarios, cuando también
llegan inmigrantes del África negra y del Magreb. Inmigrantes impulsados por
una pobreza extrema, víctimas de países empobrecidos y devastados por el
colonialismo que les impulsa a trabajar en tierras pertenecientes al bloque o
mundo Occidental. El capitalista aquí es donde ve su ocasión de ganar más
plusvalía, ya que estos son ilegales y no tienen derechos como los de aquí, el
salario que les conceden es mucho más bajo y se aprovechan de su situación.
He de dejar claro que volvemos a los primeros párrafos: Canarios y
gentes procedentes del vecino Continente trabajando juntos, en paupérrimas
condiciones trabajando para grandes empresarios al servicio del mercado.
Bien parece que la historia se repite. El Capitalismo ha sido una muy buena
alternativa para salir del Feudalismo, pero bien muestra que está disgregado ya
y que solo nos lleva atrás en el tiempo creando nuevos métodos para obtener más
capitales para los capitalistas. Como bien he señalado anteriormente, los
proletarios europeos del siglo XIX, trabajaban por sus necesidades básicas en
las más difíciles condiciones: muchas horas de trabajo, explotación infantil,
sin derechos sociales etc., pero tenían una pequeña vivienda, ropa y comida en
el mejor de los casos; y cuando no era así se hacían REVOLUCIONES. A nosotros
nos están quitando poco a poco los derechos sociales, nos suben el precio de
los productos básicos para la alimentación, crean planes para que la educación
sea solo para los pudientes, nos pagan menos y nos hacen trabajar mas. Y
encima, los bancos se quedan con nuestras casas y más atrocidades que se
cometen que no mencionaré ya que me saldré del tema que estamos tratando (Esto
último mencionado no le pasaba a los proletarios del siglo XIX y XX que
hicieron revoluciones). Parece que fue en vano todo lo que lucharon nuestros
antepasados entregando hasta sus vidas. ¿Donde está nuestra REVOLUCIÓN?.
Considero que Marx era un afortunado, por creer en aquellos tiempos en el
verdadero progreso de la humanidad. Por ello escribo este artículo, porque me
niego rotundamente a que mi generación sea la generación de los cobardes, la
generación que será criticada por nuestros hijos y nietos porque nosotros
mismos, con nuestro miedo a la represión habremos sido los que convirtieron a
nuestros descendientes en siervos de los Aristoi. Señoras, Señores, dicen que
la población ha despertado, si, solo hemos abierto los ojos, ahora nos queda
levantarnos de la cama.
Pedro Javier Sosa Alonso